Por estos días los economistas analizan las metas de inflación en Colombia, aquí les contamos qué es y para qué sirve.
La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios. Cuando la inflación es alta, el dinero pierde valor rápidamente, lo que afecta a todos los sectores de la economía, especialmente a los hogares, ya que su poder adquisitivo disminuye. Es decir, con la misma cantidad de dinero, un hogar puede comprar menos productos básicos, como alimentos, y adquirir menos servicios, como el transporte y los arriendos. Adicionalmente, cuando la inflación, además de ser alta, es variable, dificulta el financiamiento de proyectos de largo plazo que requieren una inversión significativa de recursos, como la educación, los emprendimientos y la compra de vivienda.
En Colombia, la Constitución Política de 1991 le asignó al Banco de la República el deber de “velar por mantener el poder adquisitivo del peso, en coordinación con la política económica general”. Para cumplir con este deber legal, hace más de dos décadas la Junta Directiva del Banco de la República (JDBR) adoptó un esquema de inflación objetivo, bajo el cual las decisiones de política sobre la tasa de interés de intervención están encaminadas a que 1) la inflación se acerque a una meta preestablecida positiva pero baja y 2) que la economía crezca y opere a un ritmo sostenible en el tiempo.
Desde finales de 2009, la meta de inflación anual del Banco de la República es 3 %. Este nivel es similar a la meta de inflación de otros bancos centrales, tal como se puede ver en la Infografía 1. Cuando se alcanza esta meta de inflación, se protege el valor del dinero, de conformidad con el deber constitucional, y, además, se mitiga el riesgo de que se vuelva negativa. No es deseable que la inflación sea negativa, porque cuando esto pasa, los precios caen, las personas y las empresas prefieren posponer sus decisiones de consumo e inversión esperando que los precios caigan más, lo cual resulta en una disminución del crecimiento económico y el empleo y dificulta el pago de las deudas.
La meta preestablecida de inflación cumple varios propósitos. En primer lugar, la comparación de la inflación con la meta permite a la Junta Directiva del Banco determinar en qué dirección deben encaminarse sus decisiones sobre la tasa de interés, para que la inflación no se desvíe de manera persistente ni muy por encima ni muy por debajo de su meta. En segundo lugar, en la medida en que la meta sea conocida por la sociedad, todos los agentes de la economía pueden entender las acciones del Banco, anticiparlas y tomar sus decisiones de consumo, inversión, precios y salarios teniendo en cuenta esa meta y la dirección esperada de la política monetaria. En tercer lugar, en la medida en que la meta sea creíble y las empresas la utilicen como guía para fijar sus precios, es más fácil para el Banco lograr el objetivo y para la sociedad obtener los beneficios de una inflación baja y estable. Finalmente, toda vez que la inflación observada cada mes pueda compararse con la meta del 3 %, se le facilita al Banco explicar sus decisiones y rendir cuentas a la sociedad.
Para alcanzar la meta de inflación, las decisiones sobre la tasa de intervención del Banco de la República se toman con base en el análisis del estado actual y de lo que se espera de la actividad económica, así como en la comparación entre la meta de inflación del 3 % y el valor de la inflación tanto observada como esperada por los agentes. Por ejemplo, si este análisis indica que la inflación y las expectativas de inflación están persistentemente por encima de la meta del 3 %, debido a que el gasto de la economía (demanda) supera su capacidad productiva (oferta), la tasa de interés de intervención del Banco se incrementa para que la inflación retorne a la meta.
Por otro lado, si el aumento de precios es causado por fenómenos transitorios, como una temporada breve de sequía que encarece temporalmente los productos agrícolas, la tasa de interés de intervención puede no modificarse. En ocasiones, sin embargo, estos factores temporales pueden generar presiones inflacionarias más persistentes, llevando las expectativas de inflación futura en toda la economía a aumentar por encima de la meta del 3 %. En estos casos, el Banco de la República debe incrementar la tasa de interés de intervención con el propósito de reducir las expectativas de inflación y facilitar que la inflación retorne a la meta del 3 %.
La meta de inflación es, entonces, el punto de referencia de los análisis y de las decisiones de política del Banco de la República. Su coherencia es fundamental para el cumplimiento de la misión constitucional del Banco y para su comunicación con la sociedad.