La encuestadora AtlasIntel renuncia y agudiza la división interna uribista.
La crisis en el Centro Democrático alcanzó su punto más alto tras la renuncia de la encuestadora internacional AtlasIntel, encargada de definir al candidato presidencial del partido. Lo que debía ser un proceso técnico terminó convertido en un terremoto político que revela profundas divisiones internas y posibles interferencias dentro del uribismo.
A menos de tres semanas de la elección del candidato único, AtlasIntel confirmó oficialmente su retiro del proceso. La empresa argumentó tres razones principales: riesgos reputacionales, falta de garantías en la custodia de datos y tiempos insuficientes para cumplir con los estándares técnicos. Esta decisión no solo frenó la selección del aspirante, sino que expuso una evidente crisis en el Centro Democrático.
La renuncia de AtlasIntel, reconocida por su objetividad en Latinoamérica, dejó al partido en una posición frágil. La firma prefirió preservar su credibilidad antes que involucrarse en un proceso interno lleno de tensiones. En el centro de la tormenta aparece un nombre clave: Miguel Uribe Londoño.
Uribe Londoño ingresó al proceso tras el asesinato de su hijo, en un gesto de respeto del partido. Sin embargo, pronto comenzó a cuestionar el método de selección y a sugerir cambios en las reglas, generando fricciones con los demás precandidatos. Fuentes internas aseguran que su equipo buscó influir en la metodología de AtlasIntel, lo que aumentó las sospechas de presión indebida.
La situación escaló rápidamente. Con el retiro de la encuestadora, el partido quedó sin mecanismo claro para definir su candidato. El presidente del CD, Gabriel Vallejo, solicitó explicaciones formales para determinar si existió algún contacto irregular.
Ante el desorden interno, el Comité de Ética evalúa posibles sanciones contra Uribe Londoño. Mientras tanto, el expresidente Álvaro Uribe pide prudencia y unidad, intentando contener la fractura.
Sin embargo, la crisis en el Centro Democrático ya golpea su imagen y amenaza con desestabilizar la principal fuerza opositora al gobierno de Gustavo Petro. Lo que debía ser un ejemplo de madurez política se transformó en una lucha de poder que podría dejar al uribismo al borde del colapso.



